Tras un año de teletrabajo, una ley de por medio y muchas opiniones dispares queremos analizar cómo ha cambiado nuestra vida en este último año en cuanto a los hábitos laborales se refiere.
Según un estudio elaborado por CBRE con más de 2.000 participantes, “el 80% de los trabajadores quiere volver a la oficina al menos tres días a la semana”. Y es que, como todo, el teletrabajo tiene su parte buena, autonomía, conciliación y ahorro en tiempo y dinero en el transporte; y su parte “menos buena”, ya que aumenta la sensación de aislamiento, el sedentarismo y el estrés.
Si sigues leyendo te contaremos ciertos trucos y consejos que hemos ido aprendiendo en este tiempo.
Índice de Contenido
Productividad, la clave del teletrabajo
La productividad está directamente relacionada con el ambiente de trabajo y las rutinas que tenemos en el día a día. El teletrabajo nos ha hecho adaptarnos a una nueva forma de trabajar, por lo que debemos adquirir nuevos hábitos que nos ayuden a sacar el máximo partido a nuestras horas de trabajo.
Define un espacio adecuado.
No todas las casas pueden permitirse un despacho u oficina en una habitación separada, pero, al menos, deberíamos de encontrar un espacio adecuado donde uno se encuentre a gusto. Éste puede estar en el salón o en el dormitorio, y si varias personas teletrabajan en la misma casa, deberá haber espacios diferentes para cada uno de ellos.
Lo ideal es que contemos con una mesa de escritorio diferente a la del comedor, porque la mente necesita saber que existe un espacio que separa el trabajo de nuestra vida cotidiana en casa.
La iluminación también es un tema muy importante a tener en cuenta. Un escritorio bien iluminado con luz natural aumentará nuestra productividad y hará que nuestro estrés no se eleve a niveles muy altos.
El orden en el sitio de trabajo.
El orden en la mesa de trabajo es un factor fundamental de nuestra productividad, ya que el tiempo que tardamos en encontrar algo, es tiempo que no estamos dedicando a la actividad principal, además del posible estrés que esto nos puede ocasionar. Por ello, una buena idea es tener cajoneras o archivadores de sobremesa en el escritorio para organizar papeles y libretas.
Rutinas: organiza y planifica tu tiempo.
Aunque una de las principales ventajas del teletrabajo es la flexibilidad que este nos ofrece para organizar nuestro día a día, es indispensable haber definido una rutina de trabajo adecuada para cumplir los objetivos de cada día sin tener que echar horas y horas en nuestro escritorio. Esto pasa por definir un horario con nuestro superior, para que ambas partes estén de acuerdo, sin olvidarnos de cuál será la hora de la comida y su duración.
Un tip muy interesante es dedicar los últimos 5 minutos de la jornada a programar y organizar las tareas del día siguiente. Esto nos ayudará a desconectar 100% cuando apaguemos el ordenador.
¡Ojo con el sendentarismo!
El hecho de no tener que desplazarnos a la oficina ha hecho que el número de pasos que damos al día se reduzca drásticamente, lo que hace que crezca el sedentarismo y estén aumentando los problemas físicos, como el dolor de espalda. Para esto, se recomienda cada cierto tiempo levantarse y estirar los músculos.
También sería interesante que, ya que ahorramos tiempo en nuestros desplazamientos, dediquemos parte a realizar alguna actividad física al menos 2 días a la semana.
El bienestar emocional
La soledad o aislamiento repentino al que nos hemos visto empujados en este último año ha hecho que la mayoría de los trabajadores en remoto valoremos mucho más si cabe las relaciones e interacción que antes teníamos a diario con nuestros compañeros de trabajo.
Está claro que las videollamadas nunca van a poder sustituir a una reunión presencial o un paseo a la cocina a por un café a esos 15 minutos de desconexión con nuestros compañeros. Pero de momento habrá que conformarse, porque volveremos a ello poco a poco.
Si bien, desde las empresas deben de poner todo el esfuerzo posible es hacer más pequeño ese espacio, fomentando la comunicación interna, marcando los límites necesarios, pero sin preguntas intrusivas que hagan sospechar que esa confianza en el trabajador se está perdiendo.